Algunos ya me conocéis, me llamo Yolanda Cabrero, soy diseñadora de 9 a 4 y el resto del día ejerzo de supermamá con dos niños que no pueden ser más bonitos, aunque esté mal que yo lo diga 😉

Llevo mucho tiempo pensando en escribir mi opinión sobre el coworking y sobre cómo ha influido en mi vida diaria.

Hace unos años, cuando me quedé sin trabajo y me convertí en madre, decidí que había llegado el momento de ponerme por mi cuenta y comenzar mi andadura como freelance, trabajando desde casa.

No sé si os lo podéis imaginar, llevaba a los peques al cole, ponía lavadora, tendía ropa, iba al banco, reuniones del cole, hacía la comida… y, no sé porqué, siempre que asomaba la nariz fuera de casa me encontraba con alguna vecina con muchas ganas de hablar.

Resultaba que al final solo era diseñadora en mis ratos libres y no conseguía ser todo lo productiva que necesitaba.

Casualmente, antes de visitar Pbc Coworking para conocer sus instalaciones había mantenido una conversación unos meses atrás con otro emprendedor sobre lo bueno que sería disponer de un espacio para compartir con otros profesionales y abaratar, de esta manera, los costes que suponen tener una oficina a pie de calle.

Así, cuando Diego, que es el gestor de Pbc Coworking, me enseñó el espacio y me contó la filosofía del coworking supe que había encontrado el lugar ideal para establecerme profesionalmente.

Pertenezco a esta gran familia desde sus comienzos, de hecho fui la responsable de la imagen de Pbc y he visto cómo va creciendo en número de miembros, lo que me enorgullece enormemente porque se que formamos parte de un gran proyecto.

Mucho he ganado desde entonces:

las reuniones con mis clientes son mucho más profesionales en una sala de reuniones que en la cafetería de turno, soy mucho más visible y por lo tanto más demandada, de hecho mis ingresos han crecido notablemente, antes solo trabajaba con agencias y ahora tengo clientes propios…

Si hubiera tenido que montar una oficina en un local hubiera sido toda una Odisea y un imposible: gastos de luz, agua, teléfono, internet, limpieza, impuestos, gastos de apertura, obra,… ufff no lo quiero ni pensar y además trabajaría más sola que la una ¡con lo que hablo!

Otro aspecto destacable es el trato que tenemos entre los coworkers, tenemos mucha suerte porque el buen ambiente que se respira ayuda mucho a sentirte a gusto, puede ser porque cada uno trabajamos de forma independiente y no existen discusiones laborales, o porque son más majos que las pesetas o puede que por las dos cosas.

Si hablamos de emprender, desde cero, sin grandes recursos económicos pero con muchas ganas de sacar un proyecto adelante y bien acompañado, estamos hablando de coworking.

Un saludo!

Yolanda Cabrero ʘ̃˻ʘ̃

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