Un requisito básico para aprovechar al máximo la experiencia de ser un coworker es precisamente saber trabajar en equipo. Estar dispuesto a enseñar, aprender, compartir, debatir, ayudar… todo es parte del día a día de un grupo de trabajo y los centros de coworking junto con sus animadores o coordinadores, si algo buscan, es fomentar ese espíritu de conjunto sano entre sus coworkers, no limitarse a ser un espacio común.

Pero, realmente, ¿es una habilidad tan común el saber trabajar en equipo?

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Parece que la mayoría de proyectos o productos (por complejidad, tiempo disponible u otras características) deben desarrollarse en equipo, pero por alguna razón, siendo un requisito tan importante, en contadas ocasiones se dedica el tiempo necesario a formar un buen grupo con gente que sea capaz de coordinarse con los demás y trabajar por el bien común.

No en vano Jack Dorsey, fundador de Twitter, dijo que en una startup un buen equipo vale más que un buen producto.

En casi todas las ofertas de trabajo que me llegan, figura el mismo requisito: teamplayer, teamwork o, en cristiano, saber trabajar en equipo. La verdad es que nunca me había parado a pensar si yo sabía o no sabía, siempre había dado por supuesto que sí porque prácticamente toda mi carrera profesional ha ido enfocada a desarrollar proyectos acompañado. Y fue hace poco, tras una conversación con unos amigos, cuando me planteé lo que es realmente un equipo. Llegamos a la conclusión de lo difícil que resulta formar y mantener un buen equipo mientras hablábamos de contraejemplos, de compañeros que habíamos tenido y que, definitivamente, no sabían trabajar con otras personas.

Por ejemplo, un muchacho que es un especialista en escurrir el bulto. Estando sus compañeros de vacaciones y siendo requerido para buscar solución a un problema, él se limita a saber quién ha realizado la tarea tras el fallo e indicarlo, dándose por satisfecho y dedicándose a las tareas que considera como propias. Si a esta persona le preguntan, como a mí me han hecho en la mayoría de entrevistas, si le gusta o sabe trabajar con otros, él automáticamente contestará que sí, ya que otra respuesta implicaría que no le contraten. Habrán métodos durante las entrevistas laborales para diferenciar quién trabaja bien en equipo de quien no, pero a mí en 12 años y tras varias entrevistas o bien han supuesto que sí o bien me han preguntado muy por encima.

Otro ejemplo: hace tiempo coincidí con una persona que venía a sustituir a uno de los miembros del equipo en el que estaba trabajando. Este nuevo chico, que además venía por recomendación del que se iba, dedicó sus primeras semanas a revisar el trabajo y señalar fallos dudando de la profesionalidad del autor, derivando en discusiones bastante improductivas sobre la mejor forma de escribir una línea de código. En las reuniones diarias pasamos de un ambiente distendido a ver cómo todo el mundo mostraba una actitud defensiva. Ya no es que esta persona no sepa trabajar en equipo, es que directamente es un cáncer para el grupo en sí. Y yo supongo que si le preguntan dirá que sí sabe trabajar con otras personas, que le encanta y le motiva.

Afortunadamente el primer ejemplo es mucho más frecuente que el segundo, pero aun así hay muchísimas otras actitudes que delatan a un mal teamplayer y que derivan en equipos sin motivación, cada uno velando por lo que considera suyo y generalmente abocado al fracaso si no cambia la situación. Normalmente damos por hecho que un grupo funciona cuando los integrantes se toleran entre sí, pero esto es solo una mínima parte de lo necesario para tener un equipo bien engrasado.

Si bien durante mis primeros años trabajé en equipos mal gestionados, con gente a la que no le gustaba, no sabía o no quería trabajar en grupo y yo mismo confieso que en más de una ocasión pequé de ser mal compañero, mi experiencia personal mejoró sustancialmente cuando empecé a trabajar en equipos autogestionados que usan metodologías ágiles como SCRUM y me alegra ver que ese mismo espíritu se ha contagiado a la filosofía que mueve el coworking.

En este tipo de equipos cada integrante, además de ser incentivado por lograr objetivos particulares, también será recompensado por los objetivos del grupo. Rara vez se destacan los logros individuales y los errores se comparten siendo más importante la solución que buscar al responsable del problema. Se dedica tiempo a reflexionar sobre el funcionamiento del equipo y cómo se podría mejorar, tanto a nivel individual como grupal.

En un equipo uno no puede escurrir el bulto, tampoco puede desconfiar de sus compañeros y mucho menos imponer su ego a los demás. Hay que trabajar mucho la comunicación y, con un ambiente de trabajo positivo, la gente tendrá mejor disposición a aprender, enseñar y debatir, en definitiva, a crecer como grupo. Todo esto repercutirá positivamente en el producto final.

Finalmente puedo decir que los resultados para mí son evidentes: con buenos equipos he visto cómo se terminaban proyectos sin apenas sobrecoste mientras que aquellos pésimamente gestionados casi no he visto el final de un proyecto, implicando sobrecostes, escasa calidad en los pocos resultados que se podían mostrar y malestar general en los clientes.

Por eso creo que contar con buenos profesionales que formen un gran equipo es determinante para llevar un proyecto o una empresa a buen puerto.

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Gerardo Prieto

Coworker virtual de PBC, desarrollando en la actualidad su actividad profesional en Bélgica y con más de 10 años desarrollando proyectos en Internet para todo tipo de clientes; tiene una experiencia de más de 5 años trabajando con metodologías AGILE y 3 años trabajando con empresas ágiles.

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@gerarprieto